Por Paola Bortoluz.
Ciudadanos y empresas viviremos las consecuencias de las políticas que
nuestros gobiernos decidan. Pero ¿qué rol podemos jugar en lo personal, en
lo profesional, para atender este gran reto?
Las crisis se atienden con liderazgo, equipo e información clave. ¿Cómo
podemos asegurarnos que esos ingredientes se encuentran en nuestras políticas,
en las decisiones que tomemos en nuestras organizaciones?
No hay referencia en la historia de una situación semejante, no hay
generación a la cual voltear por consejo, no hay libro de negocios que analice
este caso. Y, sin embargo, la posibilidad para la innovación, para crear
equipo, para asegurar que uno tiene el mejor liderazgo a su disposición tiene
años tratando de hacerse oír. Hace marchas anualmente cada 8 de marzo.
En este momento tan crítico podemos elegir entre dos caminos completamente
contrarios en sus consecuencias y resultados. Nos encerramos en la reacción
rápida a partir de los “cómos” que ya conocemos, o tomamos un respiro y nos
concentramos en la creación de algo nuevo.
Estamos en una coyuntura cuyo futuro probable, casi seguro será de una
inequidad mayor, de una pérdida en el bienestar, en el nivel de vida general de
la población y por lo tanto, como siempre, aún peor de la población y los
grupos más vulnerables. Nos quedamos como país en un impasse, en el que las
mujeres salieron a la calle para exigir seguridad y luego callaron, se
escondieron, con un costo de más de 35 mil millones de pesos en un día, por
decidir no jugar al juego de siempre y hacer sentir su peso en la economía.
Hoy la fatalidad nos obliga a dejar de jugar juntos al juego de la
economía, con un gran costo para todos. Números alegres estimaban hace dos
semanas una caída del 2% del PIB global para el 2020. Las consultorías se
pelean el lugar del más negativo llegando a estimar hasta en 15% la caída en el
siguiente trimestre para México. Mientras los gobiernos de otros países, ya
enlistan las drásticas medidas que tomarán, aquí estamos a la expectativa. Lo
que no está en nuestras manos es grande. Dejémoslo ir y concentrémonos en lo
que sí está en nuestras manos.
Qué tal que; hoy, sí justo hoy, en medio de la crisis, ¿tomamos decisiones para todos y todas? Integramos una real perspectiva de género a nuestras decisiones críticas. Hacemos algo nunca visto. Si tan sólo se eliminaran las brechas de género actuales en la participación laboral, horas trabajadas y representación dentro de cada sector, existe una oportunidad para el crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina de US$2.600 billones en 2025, acorde un estudio de la consultora McKinsey.1 Consideremos que si en momentos normales existía ese potencial, hoy definitivamente integrar una perspectiva de género nos ofrece un margen. En el momento de las medidas más radicales y en la crisis más profunda de la historia moderna, sin bombas de por medio, podemos plantear soluciones fuera de la caja.
Es hoy cuando hay que cuidar a las familias, es hoy cuando hay que
estructurar- por la fuerza- esquemas flexibles de trabajo. Es justo hoy que al
organizar los turnos y los equipos de trabajo tenemos que considerar las
vulnerabilidades de cada colaborador, verlos de una manera integrada, como la
unidad que forman con su pareja, hijas o familia, con la exposición diaria en
transporte público, con su situación de salud general, con su estado de salud
mental. Si no estás considerando esas variables para la creación de tus equipos
clave, estás dejando fuera lo más relevante. De hecho, lo hemos dejado fuera
siempre, este sistema lo ha dejado fuera siempre. Hoy, la calamidad nos fuerza
a integrarnos, a vernos en nuestra humanidad completa con todo el espectro de
nuestras vulnerabilidades. Y solo viéndolas y atendiéndolas, seremos más
fuertes y sobre todo en estos tiempos; resilientes.
Es hoy cuando nos daremos cuenta que, cuidando el ingreso de nuestros
colaboradores, podríamos estar cuidando el ingreso de nuestras organizaciones. Es
hoy cuando podemos finalmente pensar colectivamente, tomando decisiones
individuales. Es hoy cuando podemos construir una comunidad real, que atienda
la seguridad de todos y todas, y llevarla a un nivel tal, que atienda la
seguridad misma de nuestra organización.
Porque todo pasa, eso es seguro. Y la mayoría en lo individual saldremos de
ésta. Las organizaciones que sobrevivan, que serán las grandes por seguro,
tendrán que lidiar con un nuevo mundo y todos recordaremos quienes fueron en
medio de este conflicto. ¿Mantuvieron acaso sus fondos de recompras de acciones
antes que apoyar a sus empleados? ¿Seguirán siendo los bancos y los mercados
financieros los que guíen las economías o quedarán los gobiernos resentidos por
su falta de apoyo en los momentos más oscuros? ¿Construiremos una economía
humana, finalmente? Si el túnel se visualiza tan oscuro, prendamos una luz por
lo pronto.
Seamos responsables. Ya todos tenemos la información necesaria. En tiempos
de crisis y los posteriores a ésta, la pobreza de mujeres y niños se dispara,
la violencia contra mujeres y niños se dispara, ¿tendremos más de eso acaso? Ya
sabemos que en nuestro país no todos tienen acceso a lavarse las manos, ¿ya
entendimos que estamos todos conectados? Para mal, pero también para bien y
mejor.
Liderazgo y solidaridad. Eso esperamos de nosotros mismos para cruzar este
trance. ¿Cómo se traduce eso en mi organización? Si crees que lo tienes,
considera por un minuto que tal vez no. Considera que el mundo sería diferente
si fuera la norma. Y si tu organización es extraordinaria, llévala aún a otro
nivel. Lleva el liderazgo y la solidaridad a otro nivel. ¿Son los valores con
los que estás tomando hoy decisiones?
Hoy más que nunca considera, lo que jamás has considerado importante.
Integrar una perspectiva de género a tu cultura, a tu toma hoy de decisiones
fortalecerá las mismas y quizá, seguramente tendrás otros resultados. En un
momento tan oscuro, ¿de verdad nos podemos dar el lujo de dejar esos puntos
ciegos sin atender en la mesa? O, ¿es momento de respirar, y escuchar?
1 “The Powerof Parity. How advancing women’s equality can
add $12 trillion to global growth”, Mckinsey, 2015.